Se estima que el Alerce de La Patagonia puede llegar a tener entre 3 mil a 4 mil años de edad. El ciprés de la cordillera y la araucaria, con más de 1.000 años, y el ciprés de las guaitecas y el mañío, con más de 800 años. El tineo, de más de 700 años.
El Alerce más antiguo se mantiene vivo dentro de la comuna de La Unión en la región de Los Ríos. El gran abuelo posee aproximadamente 3.500 años de vida, considerando que crece en promedio 1 mm de diámetro por año. Mide 4.2 metros de diámetro (ancho del tronco) y 11 metros de perímetro (medida al rodearlo), el que se mantiene protegido desde 1964 y es visitarlo en el Parque Nacional Alerce Costero, accediendo a través de la ciudad de La Unión, distante a 45 kilómetros.
Una vez que se llega al parque hay que tomar una caminata de aproximadamente 1 hora a través de un sendero de 2,5 kilómetros atravesando bosques de alerce. En 1993, Antonio Lara y Ricardo Villalba publicaron en la revista Science que este ejemplar tenía más de 3622 años de edad, lo que lo convierte en el tercer árbol vivo más antiguo del mundo. Ellos declararon que esta especie sería la segunda más longeva en el planeta después de Pinus longaeva.
Desde principios hasta mediados del siglo XX se realizó una tala muy intensa del Alerce que lo llevó al borde de la extinción. En Chile fue declarado monumento natural el 5 de septiembre de 1977 y está prohibido talar árboles vivos. Si bien se puede emplear la madera de árboles muertos si se cuenta con autorización de la Corporación Nacional Forestal (CONAF). En la provincia del Chubut en Argentina fue declarado monumento natural provincial mediante la ley n.º 5015 sancionada el 20 de mayo de 2003.
Por su parte, un grupo internacional de científicos hallaron la primera araucaria que sobrepasa el milenio y que se yergue firme en las inmediaciones de la laguna Captrén (Curacautín), en el Parque Nacional Conguillío de la Región de La Araucanía. Según las mediciones, tendría más de 1.021 años. La investigación aparece en la edición de enero del 2017 de la revista Tree-Ring Research.
«Es un árbol icónico de la cultura chilena, pero además tiene importancia para la dendrocronología, ya que al determinar su edad podemos hacer una reconstrucción climática a partir de los anillos y así conocer cuánto ha variado el clima», dice la investigadora Isabella Aguilera, del Laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales del Instituto de Geografía de la U. Católica de Valparaíso.